Por enésima vez, Tula de Allende vuelve a ser escenario de la descomposición, esta vez con un atentado contra un juez. Las autoridades estatales y el Tribunal Superior de Justicia salieron a decir lo de siempre: que condenan, que investigan, que no se va a permitir… (rellene usted con su frase institucional favorita).
Pero la verdad es que ya no hay boletín que maquille la podredumbre: la narrativa oficial no alcanza ni para tapar un bache, mucho menos para defender lo indefendible.
¿Hasta cuándo Tula va a seguir como escaparate del fracaso en seguridad? ¿Cuántos más antes de que alguien deje de simular que gobierna?

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